Ser niño en guerra: Cuando hay bombas y no juguetes

Peluches, plastilina, pelotas, rotuladores, migas de galletas en el suelo... En el imaginario colectivo la habitación de un niño es un mundo de fantasía en el que no hay cabida para la tristeza. Sin embargo, a lo largo del mundo hay millones de niños y niñas atrapados en conflictos armados a los que se les ha negado el derecho a la infancia.

Si eres niño, pasarlo bien es casi una obligación. Jugar ayuda a desarrollar el cerebro, mejorar las habilidades sociales y aprender a pensar. Por eso, el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) trabaja para que éste y todos los derechos de la infancia sean una realidad en los países en los que opera, con el fin de garantizar que los menores tengan una vida saludable, una educación de calidad y estén protegidos contra todo tipo de abuso y violencia.

No obstante, los conflictos armados son una realidad que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia y el siglo XXI no es una excepción. Yemen, Etiopía, Nigeria, Siria, Sudán, Burkina Faso... Las guerras se extienden a lo largo y ancho del mundo y en los últimos años han llegado a las puertas de Europa con los conflictos que acechan a Ucrania y la Franja de Gaza.

El enfrentamiento entre Israel y Hamás, que se inició el 7 de octubre de 2023, ya se ha cobrado la vida de alrededor de 31.900 personas en Gaza, de las que se estima que 13.000 son niños. La vida en la Franja de Gaza se abre paso entre los escombros. Escuelas y hospitales han sido destruidos y los días transcurren al compás de las bombas que siguen cayendo en la zona.

La situación de la infancia en Gaza es crítica. UNICEF ha alertado de que un niño palestino muere o resulta herido cada diez minutos por la ofensiva de Israel y ha advertido de que los menores se enfrentan a la triple amenaza mortal conformada por el conflicto, la propagación de enfermedades y el empeoramiento de la situación nutricional.

La lucha por la supervivencia marca los días de la población gazatí, que se ve obligada a abandonar su hogar para buscar refugio en enclaves más seguros. Se estima que hay cerca de 1,7 millones de desplazados internos debido al conflicto desatado el pasado octubre.

El norte de la Franja vive una situación muy complicada. Considerada zona de combate desde el inicio del conflicto, esta parte de Gaza sufre una situación muy preocupante, ya que las hostilidades han dificultado la llegada de agua, comida y carburante.

Actualmente, el 31% de los menores de dos años del norte de la Franja de Gaza (1 de cada 3) sufre desnutrición aguda y las evaluaciones sobre la nutrición realizadas en febrero por UNICEF y sus aliados en la zona revelaron que el 4,5% de los niños de los refugios y centros de salud sufrían emaciación grave, la forma de desnutrición más peligrosa para la vida.

En el centro del país la situación también es alarmante. Las evaluaciones realizadas por primera vez en Khan Younis revelaron que el 28% de los menores de dos años padecen desnutrición aguda y más del 10% tienen emaciación grave.

La zona sur, cercana al paso de Rafah que conecta Gaza con Egipto, fue un refugio para miles de personas al inicio de la incursión militar. Sin embargo, con el paso de los meses el escenario bélico se fue desplazando hacia el sur y ahora la situación en la parte más meridional de la Franja se encuentra en situación crítica.

En un mes los casos de desnutrición aguda se han duplicado pasando del 5% en enero al 10% en febrero, mientras que la desnutrición aguda grave se ha cuadruplicado pasando del 1% a más del 4% ese mismo mes.

UNICEF ha estado presente en Gaza desde el inicio del conflicto y ha ayudado a la población a través de diferentes vías. Así, ha enviado kits de emergencia para 870 recién nacidos, ha apoyado las campañas de vacunación para 6.000 menores durante dos meses y ha distribuido combustible para garantizar el suministro de agua potable para 1,3 millones de personas, entre las que hay 670.000 niños.

Además, ha entregado suplementos alimenticios para 2.000 bebés y suministros nutricionales para 300 menores durante un mes, ha desarrollado actividades de apoyo psicosocial para 111.971 personas, incluyendo 84.526 niños, y ha proporcionado dinero en efectivo para casi un cuarto de la población de Gaza, de manera que las familias puedan acceder a alimentos, agua embotellada o ropa.

HASTA SIETE MESES BAJO TIERRA

Ucrania es otro de los escenarios donde la guerra está siendo más visible. Alarmas de ataques aéreos y bombardeos forman parte del día a día de una infancia que ha visto como sus rutinas se han visto alteradas desde la invasión rusa iniciada hace dos años.

UNICEF estima que los menores de edad que se han visto obligados a quedarse en primera línea del frente han pasado entre 3.000 y 5.000 horas -lo que equivale a entre cuatro y siete meses- escondidos en refugios mientras suenan las alarmas de ataques aéreos, que han tenido un impacto devastador en la salud mental de estos niños.

Las repercusiones psicológicas de la guerra entre los niños son generalizadas. Según los datos de una encuesta de UNICEF, la mitad de los niños de 13 a 15 años tiene problemas para dormir, mientras que uno de cada cinco tiene pensamientos intrusivos y recuerdos, manifestaciones típicas del trastorno de estrés postraumático.

Los colegios han sido unas de las infraestructuras afectadas por los continuos ataques rusos, con lo que el 40% de los niños ucranianos no puede acceder a la educación de forma continua por falta de instalaciones. Además, en las zonas más cercanas al frente la mitad de los niños en edad escolar no puede ir a clase.

UNICEF lleva más de 25 años en Ucrania, donde cuenta con un equipo de más de cien personas. En los últimos años ha estado centrada en la respuesta humanitaria en el este del país y ahora extiende su trabajo a todo el país.

En Ucrania, UNICEF presta servicios de atención primaria a la salud a más de 5 millones de niños y mujeres, permite el acceso a agua limpia a más de 5,4 millones de personas que viven en zonas donde las redes están dañadas o destruidas, llega a más de 2,5 millones de niños y cuidadores con apoyo psicosocial y de salud mental y proporciona suministros educativos a más de 600.000 niños y niñas. Además, llega con ayudas en efectivo a más de 600.000 hogares.

14 MILLONES DE NIÑOS NECESITAN AYUDA URGENTE

En Sudán, después de que la violencia se intensificara en la capital en abril de 2023, 14 millones de niños necesitan ayuda humanitaria urgente por la guerra y una posible hambruna.

La combinación de desplazamientos, brotes de enfermedades y hambre está poniendo en jaque a la población infantil sudanesa, que se enfrenta a una sociedad donde los servicios básicos y sociales están a punto de colapsar y los suministros vitales agotados.

El hambre, la carencia de educación y los desplazamientos forzosos son tres de los principales problemas de la infancia de Sudán, donde más de 4,6 millones de niños han sido obligados a dejar sus hogares desde abril de 2023 provocando la mayor crisis de desplazamiento infantil del mundo.

El país se enfrenta a una de las crisis educativas más importantes del mundo, con más del 90% de los 19 millones de niños en edad escolar del país sin acceso a la educación formal.

El hambre es otra de las sombras que acecha a la población infantil del país africano, donde se estima que casi 4 millones de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda este año, de los cuales 730.000 padecerán desnutrición aguda grave.

© Europa Press