El viernes, las temperaturas rondaron los 30 grados Celsius, aunque la intensidad del calor extremo ha disminuido. Hace dos días, las autoridades de la ciudad emitieron una alerta advirtiendo a los residentes sobre temperaturas superiores a los 35 grados Celsius.
Es el mismo efecto que ya hemos visto en otras zonas de la costa mediterránea durante la pasada semana que ha traído calor y tormentas a muchas ciudades del sur de Europa.
Además, el Centro de Coordinación de Desastres advirtió sobre el mayor riesgo de incendios forestales debido a las condiciones secas y calurosas.
La situación es preocupante, especialmente considerando que los embalses de la ciudad están en niveles alarmantemente bajos, con solo el 29,7% de su capacidad. El calentamiento global, causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, está afectando la disponibilidad de agua y alterando los patrones climáticos.
Se esperan que las tormentas y lluvias del viernes por la tarde ayuden a paliar esta situación hídrica así como también a apantallar esas altas temperaturas en Estambul.
Turquía también registró un máximo histórico de calor de 49,5 °C, y la ola de calor se extiende a otras partes de Europa, incluida Grecia donde Atenas tuvo que cerrar la Acrópolis debido a las temperaturas.